Por Ricardo Bustos
Los argentinos somos contradictorios. Pensamos en grande, pero hacemos en chiquito, hablamos de nacional y popular, detestamos al imperialismo, pero copiamos todas sus costumbres, música, comidas, vestimenta igual que los norteamericanos y ahora para seguir la tendencia de la moda, porque somos fanáticos de las «marcas» cueste lo que cueste aunque la calidad sea una porquería que fabrican en los talleres clandestinos que los famosos poseen en gran parte de los barrios pobres del país y últimamente su modo de vida desenfrenada muy lejos de lo que fué una argentina no muy lejana en el tiempo.
Basta ver los avisos comerciales en la TV para comprobar la falta de compromiso con la propia familia, comprando con una tarjeta ropa para Ella y olvidando que en casa está la bebé y EL, demostrando que podés ser feliz si tomas bebida alcohólica, mucha bebida alcohólica. Algún día se darán cuenta que con prohibir la publicidad del cigarrillo no alcanzaba porque los resultados están a la vista, no mueren por cáncer de pulmón, terminan todos descerebrados.
No estoy para nada en contra de los gustos que tienen los ciudadanos, especialmente en lo musical, pero encendés el televisor o la radio y el rock está a todo volumen las 24 horas del día, en un noticiario te muestran una noticia y de fondo se escucha una canción en inglés cuyo intérprete no todos conocemos, pero sirve para tapar lo que querés escuchar de quien está relatando el tema. Los programas que se promocionan tienen todos el mismo contenido musical.
El festival del rock de aquí o de allá y sale la publicidad de cuanta cerveza, fernet, vodka o algún energizante que hay en el mercado, mostrándonos las bondades del líquido elemento fresquito para sentirte mas «hot», que según parece es la moda y no vayas a quedarte fuera del sistema porque ahí sí que, como dicen los entrerrianos «no te pela nadie».
Cuando vas con el auto y te toca un semáforo en rojo, seguro alguien enchufado con los auriculares en sus orejas cruzará la calle sin importarle cuántos metros le faltan para llegar a la otra vereda.
Son mentiras que todos los libros son buenos o que no hay música mala. Algún día habrá que desenmascarar a quienes inventaron esas farsa. En lo personal soy un admirador de la música barroca, pero eso no quita que me guste todo tipo de música bien interpretada, pero hoy veo que hay muy buenos músicos pero malos cantantes y con la mezcla de sonidos que rompen los tímpanos, sumado a la iluminación, videos y escenarios gigantes, la gente que va a un recital ni se da cuenta. Imagino a esos mismos grupos haciendo un show con el mismo sonido de hace 40 años en un club de Barrio como eran los que presentaba «La Escala Musical» en todos los días de carnaval y después contame a donde iban a parar los huevos que le hubieran tirado al escenario.
A los 24 años Dios ya me había regalados los dos hijos, por lo tanto, como se decía antes, ya eras un hombre responsable y debías asumir que aquello que no hiciste cuando no tenías compromisos, a partir de ese momento «alpiste».
Hoy veo a los jóvenes que superan los 30 años, haciendo cosas de adolescentes, no asumiendo que ese rol pertenece precisamente a las chicas y muchachos que están en la adolescencia y cuando se enfrentan a esos ejemplos pierden la orientación no sabiendo qué camino tomar.
Si queres escuchar un tango o folklore, deberás esperar a que se realice algún festival en donde convocan a los músicos e intérpretes de esos géneros, de lo contrario lo único que te queda es el kiosco de la terminal y por ahí conseguís algún CD porque en las disquerías están como escondidos.
Algo está cambiando y no le veo un final feliz porque es como bajar en la patineta por una pendiente y después debemos recorrer el mismo camino pero a pie, algo que nos costará mucho mas trabajo que viajar sobre las rueditas.
Mi generación, es responsable en gran medida de lo que hoy ocurre con los jóvenes que no quieren crecer por no haberlos preparado para desenvolverse con serio compromiso en la vida.
La responsabilidad es una y para todo, por ello cuando nos alejamos de ella suceden cosas que después nos costará mucho esfuerzo repararlas. Una prueba evidente de que estamos así, la dió el ciudadano Misionero que, de regreso a su hogar desde Santa Catarina en Brasil con su hijo de 14 años en el asiento del acompañante, quien jugaba todo el tiempo con la play, fué detenido en un puesto caminero porque cien kilómetros antes, había olvidado a su esposa en una Estación de Servicio y la pobre mujer en un estado de nervios imposible de soportar no se acordaba el número del celular por lo que debió ser ayudada en todo momento hasta poder calmarla. Como vemos, esto es falta de responsabilidad, ignorar lo que ocurre a nuestro lado nos lleva a cometer cualquier locura.
La pregunta sería ¿Como arreglamos esto? y las respuestas miles, empezando por averiguar ¿qué hicimos para estar así.?
El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556